sábado, 22 de octubre de 2011

15 Octubre

Mientras la ciudadanía salía a la calle a protestar por la situación que vivimos, donde la economía se ha convertido en el nuevo dios al que hay que rendir tributo, y los bancos sus sacerdotes, los jefes de estado se reunían preocupados por el deficit de los bancos.

Mientras los franceses se manifestaban en el siglo XVIII porque tenían hambre, María Antonieta se preocupaba porque no tenía un heredero al que legar el poder.


Cuando en Cuba llegaron las gentes del campo, hambrientas y con armas, a la ciudad, las personas que vivían en La Habana no hicieron nada para impedir que entraran en los palacios y centros de poder los que venían del campo. No empuñaron las armas, pero tampoco defendieron a los poderosos. Sólo se manifestaban pacíficamente en la ciudad.



Vivimos en distintas esferas de realidad, los poderosos y los ciudadanos de a pie. Los que gobiernan y los que son gobernados. Cuando ambas esferas se separan tanto, la cosa empieza a oler mal. Además hay grandes poblaciones mundiales hambrientas. Es momento para preocuparse y mucho. Pero a mí me da igual. No pienso mover un dedo para defender a los que me gobiernan. Que se las arreglen.

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