miércoles, 24 de febrero de 2010

Muerte I

Dedicado a Malena.

El temblor es lo primero que nota. El suelo vibra con tanta fuerza que los cristales estallan. Se tapa la cara, intentando resguardarse. Esquirlas clavadas en los brazos. Magdalena grita, mientras se asoma afuera. Todo parece en orden. Nada se ha roto en la gran ciudad, sólo la alta torre de edificios parece afectada. No sabe qué ha pasado, pero tiene que salir de allí. El suelo sigue vibrando. La escalera está llena de humo. Intenta coger el ascensor, son demasiados pisos, pero se detiene entre dos plantas. Un angustioso malabarismo para salir de allí. Pero lo consigue. Llega abajo. El edificio se está derrumbando, los escombros lo sepultan todo. Sale corriendo de allí con una profunda sensación de incredulidad. Un poco más allá, un avión se estrella desde el cielo. Magdalena observa cómo ejércitos de hombres, todos iguales, se extienden por la ciudad. Poco a poco se van transformando en zombies. Córdoba está tomada por la oscuridad. Y ella corre, huye, se aleja, golpea cuando es necesario y asciende por escaleras de incendios, huyendo de la oscuridad. Habla con aquellos que todavía son seres humanos, pero no la creen. Prefieren seguir creyendo en su ordenado mundo. Huyendo, despierta.
Otra vez ese sueño, repetido, tantas y tantas veces. Qué significará. La muchacha, que entonces tiene 23 años, no tiene herramientas para entenderlo. Siente una profunda amenaza. Está ahogada, apenas puede respirar. Coge el inhalador y aspira. Casi no le sirve. Ya lleva dos pastillas de teofilina, varias inhalaciones de pulmicort y nada le hace efecto. Cada día está más cansada, más dolorida. Todo le cuesta horrores. Pero ha quedado, sus proyectos no se van a hacer solos, así que se arrastra hasta la ducha y el agua la reanima un poco. Su pecho sube y baja con dificultad. Los omóplatos marcados. Se peina el pelo corto. Se maquilla ligeramente con blanco y violeta, los colores de su aspecto siniestro. No los necesita en realidad. Tiene profundos cercos alrededor de los ojos y su piel está profundamente pálida. Pantalones negros y una camiseta interior roja, semitransparente, debajo de la camisa negra. Se sentiría sexy si no fuera por lo débil que está. Cuándo acabará esto...

miércoles, 10 de febrero de 2010

I miss you

Albaida observa el blog y sabe que debería escribir. Las palabras de Malena, con un pequeño saludo cada semana, los deseos de Musaraña de volver a sentirla por su blog, la conmueven.
Albaida está intentando conciliar los deseos de todas las otras mujeres que viven en esta ciudad, pero, sobre todo, trata de aprender inglés. Lleva días viendo la tele en la TDT en ese idioma, escuchando a Sponge Bob hablando con Patrick, y tratando de hacer ejercicios de gramática inglesa que ya debería haber aprendido hace años, pero ha olvidado y vuelto a retomar durante muchas, muchas vidas.
Albaida sabe hablar inglés, pero ha olvidado casi todo el vocabulario y comete unos errores garrafales cuando escribe. Confunde los tiempos verbales, las preposiciones, todo. Y ahora necesita hablarlo, necesita escribirlo. Noreña se ha empeñado en hacer una tesis doctoral en inglés, y será ella quien la escriba, quien la ponga en palabras, y no sabe, no tiene las herramientas necesarias, y en menos de un mes viajarán lejos, muy lejos, y se supone que ya sabe, y quizá tenga que hacer un examen para demostrarlo.
No puede escribir.