miércoles, 15 de junio de 2011

Hay que hacer algo

A veces me pregunto qué voy a decir en este lugar. Débil, enferma, con dolor en los pulmones y en el corazón. Por qué me empeño en aparecer más fuerte de lo que soy.
Tuve que hacerlo. Cuando eres débil y fuerte al mismo tiempo tienes que esconderte, ocultarte. Es como la Rosa del principito escondida dentro de su campanita protectora. Tengo espinas, decía la rosa, pero el Principito sabía que era profundamente frágil.
Dios, cuánto dolor hay en mi corazón. Por tanta oscuridad. Y al mismo tiempo hay tanta luz y alegría.
Hoy vi una hermosa luz, un sol que se acercaba a la tierra y atravesaba el duro caparazón que nos protegía. Traía luz, traía conciencia, pero me pregunté si seríamos capaz de vivir sin nuestra coraza.
Yo, lo estoy intentando, Todos los seres que me habitan, todas las mujeres que intentaban explicarme, se han ido cayendo por el camino. Sólo estoy yo, desnuda, a la orilla del mar. Débil, enferma, pero capaz, inteligente, trabajadora, potente.
Sensible y poderosa.
Poderosa desde la sensibilidad de las necesidades del conjunto.
Humana, profundamente humana.
Frágil.
Con ganas.
Atenta a lo que demanda el conjunto de mí.
Pendiente de lo que  necesito.
Hoy se ha roto el caparazón que me protegía, que nos protegía. Ya no hay máscaras en las que esconderse. Creo que me levantaré, me miraré al espejo y observaré cómo las trazas de mis padres, de mis abuelos, de los ancestros que me precedieron se van volviendo flexibles, dándome la sabiduría para elegir mi camino en lo imprevisto. Voy a dejar que las lecciones aprendidas se desprendan de mi piel como un traje inservible para que nuevas formas de aprender y amar se establezcan.
Se están deshaciendo los nudos, ahora mismo, bajo nuestros pies, las estructuras que nos sostenían en cada movimiento. Habrá que pensar antes de volver a caminar, habrá que sentir en las entrañas cual es el camino correcto. No sirve estar indignado, cabreado, rígido, peleante. Eso es más de lo mismo. Convengamos en que todos estamos en el mismo juego. En el mismo camino, el de la consciencia de las estrellas que quiere hacerse consciente de sí misma. Es grande la gravedad de lo que seremos. Sin la coraza que nos protegía, nos arrastrará. Bien por ella. Bien por nosotras. Escucha.