lunes, 1 de marzo de 2010

Muerte II

A Malena.

Arenal desciende a las profundidades. Paso a paso, las luces de neón la asaltan. Se siente cansada, muy cansada. Cada paso la arrastra hacia un estado de soñolencia más y más profundo. Pasillos vacíos que se bifurcan bajo la ciudad, gusanos que se alimentan de los seres que parecen vagar aleatoriamente de extremo a extremo de las líneas de metro. El vagón está parado en el andén y Magdalena se tiende bajo el vagón, en un espacio donde justo cabe su cuerpo, entre dos placas de metal que cuelgan del lateral de la máquina. Se tiende sólo un rato, sólo descansar un poco.

Magdalena llega a su cita. Su cuerpo apenas la sostiene. Hay 4 grados en Madrid. El cielo blanco, las bajadas de temperatura, quizá hasta nieve, pero la muchacha ni siquiera lo advierte. Está concentrada en llegar a la cita. Todo forma parte de sus deseos, hacer una revista donde hable de sus inquietudes. Por el momento es sólo un fanzine. Aún no hay blogs en internet. En los chats sólo hay informáticos y unos cuantos que no han encontrado su sitio en ningún otro lugar, como esta chica enferma.
Se encuentran en una cafetería. Dentro hace mucho calor. Está lleno de humo y la mujer que la espera fuma un cigarrillo, y otro, y otro. Utiliza la colilla del primero para encender el siguiente. Magdalena se siente peor cada minuto. Tiene miedo de toser porque no sabe si podrá parar. Su respiración se ha convertido en un tenue hilo que apenas tiene fuerza para unirla a la vida. Se despide, quizá esta chica colabore en el fanzine, aunque resulta difícil pensar cuando apenas hay oxígeno, muy difícil. Entra en un estado de duermevela. Pesadamente cae en la silla del vagón del metro. Justo en una esquina, agarrada a la barra de hierro para no caerse, recuesta su cabeza contra ella. Está fría, pero resulta refrescante en medio de los estertores. Es entonces, y sólo entonces, cuando se da cuenta. Uno puede estar muriéndose poquito a poco, tan lentamente que la idea ni siquiera encuentre un momento para aparecer, pero esta muchacha, que lleva toda la vida perseguida por la muerte, tiene una cita en un vagón de metro a la que no quiere asistir. Pero se ha quedado sin fuerzas para huir.

5 comentarios:

  1. Todos cada dia crecemos más y morimos un poco..

    Aprovechemos cada minuto al máximo, nunca se sabe lo que nos puede deparar la vida...

    :)

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  2. Carpe diem quam minimum credula postero.

    Saludos.

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  3. El poetico vacio de la nada que conduce al camino sin retorno donde nunca quisimos llegar y del que nunca supimos huir.
    UIn abrazo

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  4. NO TENGO MUCHO TIEMPO .. PERO DE VEZ EN CUANDO TE LEO EN TUS DISTINTAS PERSONALIDADES Y UNA SOLA REALIDAD ..
    ES INTERESANTE DÓNDE Y CÓMO PODEMOS .. LLEVAR LA MENTE Y CREAR MUNDOS REALES E IRREALES .. PARA SER HABITADOS POR ELLA .
    UN PLACER LEERTE .. Y VISITARTE
    UN ABRAZO
    NOS VEMOS .. MUA

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  5. cordoba, me encanto tus relato.. me mantuvo todo la lectura con la mente ahi.. es esa adrenalina generada por la muerte, algo tan real como tu relato y la historia de magdalena.. me encanto y somos muchos los que nos persigue la muerte, sobre todo cuando nos sentimos frustrados y con sueños tal vez rotos.. gracias por compartir... nonisortega

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