La noche, esa noche oscura que se ha apoderado de esta ciudad, prende en cada uno de sus habitantes. Se siente sofocante y pegajosa, como una mancha de aceite. No es necesario leer a Juan de la Cruz para saber lo que le está pasando.
Noreña se juzga a sí misma muy duramente. Ve cómo otros y otras filósofas ascienden por la carrera universitaria con temas extraños que ella domina, pero que aún no ha puesto en palabras. Y sabe que no va a hacerlo por el momento. No le basta su voluntad. Su cuerpo tiene que colaborar, y no lo hace. Prefiere teclear sobre la noche oscura, entrar en un sendero de desnudez, alejarse de cualquier cosa comúnmente deseada. Pero Noreña lo hace sin comprender, aunque sepa, por qué es tan importante esto en lugar de otras cosas. Puede verbalizarlo, las palabras se le dan bien, pero no lo siente en su corazón. El corazón de Noreña es ambicioso, pero sus acciones no la acompañan. Se siente errática y dispersa y no la ayudan las palabras de Fidiana, quien susurra con voz suave que debe aceptar su naturaleza, que todo está bien, que éste es el camino que debe transitar, que no hay nada que pueda hacer excepto dejarse llevar. Pero Noreña, a veces, nota cómo las lágrimas se escapan de sus ojos ante la frustración. Tantas veces ha tocado el éxito social, estando en la vanguardia de temas que con el tiempo se han convertido en asuntos que dan dinero, prestigio, etc. Y una y otra vez su cuerpo dice no. Se retira y deja que otros que iniciaron el camino con ella continúen adelante. Y a menudo se siente encerrada, atada, amordazada en una vida oscura, la única que puede llevar a esa noche terrible, a esa desnudez del alma que está intentando alcanzar no sabe muy bien por qué. Es el peso de su alma que quiere bucear en aguas profundas y oscuras, terribles simas que se manifiestan como montes a los que ascender.
De cualquier modo, su vida nunca será fácil.
Noreña entiende perfectamente a los confesores de los que habla el santo Juan, esos confesores que en lugar de guiar a las almas por esa noche oscura, les dicen que vuelvan sobre sus pasos, que examinen su vida a ver qué han hecho mal, que las lían y las confunden y las hacen sentirse todavía peor por haber acabado donde lo han hecho. Los entiende porque ella se hace eso a sí misma a menudo.
Noreña se juzga a sí misma muy duramente. Ve cómo otros y otras filósofas ascienden por la carrera universitaria con temas extraños que ella domina, pero que aún no ha puesto en palabras. Y sabe que no va a hacerlo por el momento. No le basta su voluntad. Su cuerpo tiene que colaborar, y no lo hace. Prefiere teclear sobre la noche oscura, entrar en un sendero de desnudez, alejarse de cualquier cosa comúnmente deseada. Pero Noreña lo hace sin comprender, aunque sepa, por qué es tan importante esto en lugar de otras cosas. Puede verbalizarlo, las palabras se le dan bien, pero no lo siente en su corazón. El corazón de Noreña es ambicioso, pero sus acciones no la acompañan. Se siente errática y dispersa y no la ayudan las palabras de Fidiana, quien susurra con voz suave que debe aceptar su naturaleza, que todo está bien, que éste es el camino que debe transitar, que no hay nada que pueda hacer excepto dejarse llevar. Pero Noreña, a veces, nota cómo las lágrimas se escapan de sus ojos ante la frustración. Tantas veces ha tocado el éxito social, estando en la vanguardia de temas que con el tiempo se han convertido en asuntos que dan dinero, prestigio, etc. Y una y otra vez su cuerpo dice no. Se retira y deja que otros que iniciaron el camino con ella continúen adelante. Y a menudo se siente encerrada, atada, amordazada en una vida oscura, la única que puede llevar a esa noche terrible, a esa desnudez del alma que está intentando alcanzar no sabe muy bien por qué. Es el peso de su alma que quiere bucear en aguas profundas y oscuras, terribles simas que se manifiestan como montes a los que ascender.
De cualquier modo, su vida nunca será fácil.
Noreña entiende perfectamente a los confesores de los que habla el santo Juan, esos confesores que en lugar de guiar a las almas por esa noche oscura, les dicen que vuelvan sobre sus pasos, que examinen su vida a ver qué han hecho mal, que las lían y las confunden y las hacen sentirse todavía peor por haber acabado donde lo han hecho. Los entiende porque ella se hace eso a sí misma a menudo.
Pero con el tiempo esas voces de culpa, de condena, se han ido aminorando, y aunque a veces grite, se resista e intente por todos los medios seguir un camino razonable, las más de las veces se deja llevar y se pone en manos de Lo que Hay, de Lo que Es. Como ahora, escribiendo este texto. Otras voces en su interior han aprendido a hacer lo que dice Juan, aún antes de leerlo. Han aprendido a apoyarla en esos momentos difíciles. A decirle que todo está bien, que lo único que puede hacer es aceptar esta oscuridad y esperar, porque nada de lo que haga la sacará de ahí, hasta que dios quiera, hasta que llegue el momento, hasta que sea su hora. Antes bien, cualquier intento de arreglarlo por medios propios puede, en realidad, empeorar el asunto.
Y del mismo modo que entonces los confesores acusaban a la persona que pasaba por este infierno de haber acabado ahí por sus pecados, hoy las personas que te quieren te miran con reproche e intentan arreglarte la vida diciéndote lo que has hecho mal, como si hubieras tenido opción. Los profesionales de la salud te reprochan no tener voluntad para salir de donde estás, te imponen horarios y actividades y te dan drogas, retrasando el proceso. Y mientras tanto, la oscuridad se hace más densa y terrible, más seca, te impide respirar, te deja muerto en vida, y cada reproche es como un cuchillo clavado en el corazón, los que te hacen los demás y los que tú te haces.
Y eso, piensa Fidiana, que aún no hemos terminado de leer el prólogo. Veremos qué pasa cuando empecemos con las canciones.
Y eso, piensa Fidiana, que aún no hemos terminado de leer el prólogo. Veremos qué pasa cuando empecemos con las canciones.
Se ama en la tolerancia. El reproche está lejos el amor.. ¿no?
ResponderEliminarbeso
druida
veremos que pasa,
ResponderEliminarespero ansiosa las canciones
y tus siguientes explicaciones
Saludos!!
El ascenso no ha sido fácil, menos cuando obra un paralelismo entre subida al monte, y la acción de las comunidades antiguas religiosas. Saludos
ResponderEliminarVoluntad, cuerpo..y disciplina comprometida
ResponderEliminardeben ir a la par....estoy en ello..pero todavia no estan incorporadas con fuerza y valentia en mi "subida"....necesito tiempo, decisión....sé que no debo ponerme metas....pero es algo tan arraigado, tu dices
"arreglar por medios propios..puede empeorar
el asunto" ....aceptar la oscuridad tal como viene...que dificil...pero sigo, no me rindo
no hemos hecho más que empezar.....
Necesito saber que no estoy sola...
Un abrazo para el grupo y para ti Cordoba mi agradecimiento por esta bonita oportunidad
Begoña
Querida Begoña, no, no estás sola. La férrea disciplina, la voluntad, todas son bonitas palabras relacionadas con otros sistemas. En éste no tienen mucho sentido. Si estás, estás porque no tienes otro camino. O caminas, o caminas. En realidad no es tu voluntad o la mía, la que nos mueven en este sendero, sino algo más profundo que, en cierto modo, se opone a nuestra voluntad racional. ¿Qué sentido tiene todo esto? Reproducir un ascenso de una religión en la que ni siquiera creo. No lo sé, pero sí sé que algo me llama, y a ti también, y a Escarcha, ignoro si otros de los que leen y no comentan sienten esa llamada, o si algunos de los que comentan también se sienten involucrados, pero a ti, Begoña, y a Escarcha, os siento caminando a mi lado, aunque no sepa muy bien, confieso, a dónde voy.
ResponderEliminarTanta subida espiritual y pocas bajadas. O será el bajón lo que nos pone contentos...
ResponderEliminarA veces no saber a donde ir, perderse en el camino es la mejor forma de encontrarse..El camino está en ti, y no en las voces que despistan.....
ResponderEliminarUno hace su propio sendero....
Ando un poco perdido en esta subida... Prometo ponerme al día en cuanto acabe las vacaciones!
ResponderEliminarBesos.
Muy interesante este tema de Noreña, Córdoba, una cosa es lo que nos pasa, que en cierta forma nos puede hacer sufrir en si mismo y otra los reproches, un sufrimiento añadido e inútil.
ResponderEliminarBesos
Si con alguien me siento identificada es con:
ResponderEliminarNOREÑA..
NOREÑA es tan real, q estoy aprendiendo a amarla, y quizás a amarme a mí un poquito más..
Gracias, amiga mía por textos como éste y los anteriores!
Shibumis de luz y vida, envueltos en gotitas de lluvia..
Male.
Tb te recomiendo las páginas de Álvaro y Mimosa, q se acaban de incorporar al País.. de los Bosques, mi niña!
ResponderEliminar(Sus links están allí..)
Sé q te gustará cómo escriben, y a ell@s les encantará cómo escribes tú, sin dudarlo!
Bss,
Male.
La gente muchas veces es cruel...son buenisimos mas que nada para reprochar y señalar. Me identifico tanto con Noreña...suelo dejarme llevar, las fuerzas para pelear a veces no son suficientes.
ResponderEliminarHola , te envie un correo y me fue devuelto
ResponderEliminarhoy he recibido en correo no deseado que no he
abierto...manler o algo asi es tuyo???? lo he perdido...
Un dia de estos cuelgo la subida 5...ha sido
muy oportuno para...dejarme llevar...gracias Cordoba, un abrazo Begoña
Una vez más tus textos llenan espacios, tocan fibras, acarician almas, y son particularmente realidad, un lujo siempre leerte.
ResponderEliminarUn saludo querida amiga
Un esqueleto se mantiene en pie sobre un pedestal.
ResponderEliminarA su derecha brilla la luz de una vela
y a su izquierda se alza un tronco de árbol seco.
Una presencia sombría revolotea alrededor
y la vida normal se resiente.
La personas o sus familiares pueden enfermar,
las mascotas se mueren y las macetas se marchitan.
Triste imagen de la muerte,
donde las emociones se pudren
y el amor no encuentra lugar.
Un cuervo invisible revolotea alrededor.
Se adivina que hay que cortarle su negra cabeza.
El cadaver sin embargo guarda en su interior un núcleo de luz.
es la luz de los místicos, oculta bajo gran cantidad de desechos inservibles.
Difícilmente se podrá pasar a la siguiente fase,
si no se encuentra ahora alguna solución aceptable.
Muchos abandonan aquí esta desagradable subida.
Una vez rota esta barrera, la primera noche está cumplida
y queda despejado el camino hacia las etapas posteriores del viaje
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