lunes, 5 de julio de 2010

Pasión

Arenal se siente avergonzada y rota. La pasión que siente por alguien a quien no conoce, alguien que se ha convertido en un mito en el chat, una mujer que lucha contra su muerte y la de los suyos, la llevó hace unos días a publicar un post duro y amargo. Un post basado en sus conocimientos de magia, un post sobre una realidad oculta por las tinieblas de la inconsciencia, que una vez comprendida puede ser liberadora. Se arrepintió y volvió, dispuesta a borrarlo. Pero no lo hizo. Ya había dos comentarios, y no le gritaban cómo podía ser tan dura, tan insensible, aunque a Escarcha se le revolvieron las tripas. Todas decían, sí, es verdad, estamos muertas, pero sólo una sintió el desgarro del descubrimiento, esa revolución en las entrañas de alguien que lo ha visto. Arenal necesita seguir escribiendo sobre todo esto, sobre lo que la Diosa significa, y sobre lo que tiene que enseñar. Y sabe que está dirigido a la persona que, una vez, le entregó una llave. Y escribe estas líneas mientras escucha la siniestra música de sus sombras. Es una historia, la historia del Rapto. Arenal escribe:


Perséfone salió una mañana. Era la hija de Démeter, la diosa de la tierra, la de la fecundidad y la creación. Perséfone, su hija, estaba destinada, cómo no, a heredar esa fertilidad y ese lugar entre todas las diosas de la creación que han sido, una tras otra. Pero ella no era como las demás. Aquella diosa joven y adolescente no deseaba continuar en el mismo lugar estático. Así que salió a buscar un Narciso, la flor por la que podría mirarse en el espejo de sí misma y descubrir quién era, fuera de ese ciclo incesante de crecimiento y maternidad. Ese espacio de paraíso donde la naturaleza era benévola y siempre fértil. Se buscaba a sí misma en esa salida, la joven Perséfone. 
No sabía qué encontraría pero no podía seguir pegada a las faldas de su madre. No podía volver a ser Démeter, no quería ser María, no quería convertirse en la virgen madre siempre atenta a las necesidades del conjunto. Perséfone quería ser única. Y buscó al narciso, aunque sabía que contemplarse en ese espejo era peligroso. El propio Narciso se había quedado encantado en su propio reflejo. Si era tan hermosa que no podía apartar la mirada, moriría de inanición. Pero no le importaba. Asumió el riesgo y decidió buscarse. Y allí, en medio del campo, un dios la oyó. La escuchó llamándose a sí misma, y su voz lo cautivó como ninguna otra. La siguió bajo tierra, con todo el fuego de su naturaleza apasionada, y la persiguió bajo la sombra de los árboles, junto a los arroyos, siempre siguiendo la corriente que sus pies presurosos iban dejando sobre la tierra. No intervino en esa búsqueda. No hasta que la joven se miró en los ojos del narciso. Entonces la pasión del dios pudo más que él y se elevó en su carro desde el centro de la tierra. Se plantó ante ella. La historia clásica afirma que Perséfone lo siguió en contra de su voluntad, que el dios se elevó y la agarró con fuerza, llevándosela de nuevo bajo tierra. Pero no fue del todo así. El dios era hermoso y potente. Era tan poderoso que sólo tenía que mirar a una mujer para que cayera bajo su influjo. Pero Perséfone no era una mujer. Era una diosa. Y cuando lo vio emerger del suelo lo miró desafiante. Él no se interpondría en su camino.
-¿Qué estás buscando? -preguntó Hades mientras la miraba por vez primera a los ojos.
Perséfone volvió su mirada hacia el Narciso, y no respondió. Quién era él para interponerse en su camino.
-Ahí no vas a encontrar lo que buscas.
Ella lo miró, sorprendida. Las hojas del narciso se marchitaron ante sus ojos como si nunca hubieran compartido un instante de vida. 
-El narciso sólo te mostrará la belleza efímera, el lugar donde los ojos de los mortales se posan, el influjo de Afrodita que todo lo separa y lo confunde. Dime, Nestis, profunda diosa de aguas oscuras. ¿No deseas conocer el fuego secreto que arde para siempre?
Podría contarte lo que pasó a continuación, cómo Hades la arrastró hacia el inframundo y le ofreció lo que ella anhelaba. Podría contarte todo lo que esto significa. Pero no puedo continuar. Ya he hablado demasiado. Si quieres conocer el final de esta historia, tendrás que hacer lo que yo te diga. Cierra los ojos. Siente tu dolor, siente tu más profundo deseo, y deja que ese anhelo te guíe ante ella. La Reina de los Muertos te lo explicará todo. No es un largo viaje. Ya estás allí. Cierra los ojos físicos para abrir los ojos de la Conciencia Eterna. Aunque estés muerta.

8 comentarios:

  1. y si tenem cerrar los ojos??
    y si ya estyo cansada??
    y si no quiero caminar mas??
    que le espera a la que no pretende saber el final
    o al que prefiere inventarse uno mas irreal??

    me gusto eñ narciso la belleza efimera!! wiii :D

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  2. Lo que me gusta de la mitologia es que nos creemos que simplemente son historias, pero pueden existir de verdad...

    ¿Quién no ha sido alguna vez Perséfone?

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  3. Esa es tu elección, monin. Aunque sólo sea una ilusión, puedes permanecer en ella.

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  4. tengo impreso el texto, lo he leído con mucha atención y detenimiento.
    Me dedique a buscar algo más sobre Perséfone, su rapto.

    Impresiones.
    Con el inicio de la narración ya senti la tristeza en la busqueda de esa diosa, el querer encontrar quien era ella.
    Me he sentido tocada en lo más hondo, la busqueda de la verdad, del yo. Quien soy? porque estoy aqui? para que? crecer sin sentirme identificada con los géneros establecidos, siendo una especie de andrógino(interrogantes que me torturaron durante muchos años y que la madurez no logro dilucidar)

    El final es estremecedor, hay un tunel que se abre... ¿encontraré respuestas?
    se me encoge el estomago cada vez que lo releo.
    He intentado cerrar los ojos y sentir mi dolor, pero siento que un llanto atávico me doblega, tengo miedo de romper la coraza que construi en años, tengo miedo de llorar y no poder parar más.
    Ojala y sigas enseñandonos.

    (perdón por lo extenso de mi comentario)

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  5. deje un comentario anteriormente que no se ve.
    Espero que este quede grabado

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  6. No tengas prisa, Escarcha. Hay muchas formas de atravesar ese abismo sin caer en él para siempre. No te fuerces. Es un lugar peligroso.
    Musa, tienes razón, los mitos son más reales que nuestras pequeñas vidas. Ellos son eternos.

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  7. Bello texto...la mitologia griega es muy rica en personajes...me gusta en especial..."El narciso sólo te mostrará la belleza efímera, el lugar donde los ojos de los mortales se posan, el influjo de Afrodita que todo lo separa y lo confunde. Dime, Nestis, profunda diosa de aguas oscuras. ¿No deseas conocer el fuego secreto que arde para siempre?..."
    Esa parte es genial.
    Besos

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  8. Fijate que en la mitodología Griega los hombres nos parecemos a los dioses (por eso hay tantos y cada uno con su asunto: la guerra, el amor, etc.)

    Hoy, nos dicen, los hombres somos imagen de Dios (somos hechos a su imagen y semenjanza: judaismo, cristianismo y musulmanes dicen lo mismo)

    Yo desde luego, prefiero que un dios se parezca a mi, que parecerme a un dios.

    Por eso me llamo Narciso, soy griego y siempre me miro al espejo (donde habita mi alma).

    abrazo (y perdon por la chapa mitológica)
    druida

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