viernes, 25 de marzo de 2011

Todo es Real

Desde mi alataya.

Hermanas mías. Vine a avisaros de la Guerra. No fueron sino dos días después de mi llegada que se inició una guerra contra Libia.
Contra la guerra se discute, se critica que en realidad sólo es una guerra por el petróleo. Que las buenas intenciones que claman los dignatarios de establecer la democracia sólo son palabras.
Perdonad si discrepo. Creo que Todo es Real. Creo que Zapatero, Sarcozy, Obama, actúan con la buena intención de pacificar y traer la democracia a Libia, aunque haya otras personas que sólo quieran los contratos para reconstruir después de la guerra.
Pero mi pregunta es, si consideramos que todo lo que se dice es Real, que todo lo que se expresa es Verdad. ¿Legitima eso a ejércitos que no saben ni lo que quieren a entrar en un país y bombardear? No. Ni la Guerra Santa, por ser en nombre de Dios, era legítima, ni esta Guerra, por ser en nombre de la Democracia, es legítima.

Imagen: Reuters.



Nos estamos metiendo en un problema cada vez más grande por no mirar a la Realidad tal y como es. Por buscar segundas intenciones. Los que actúan en  esta guerra se sienten legitimados porque no sienten que vayan a beneficiarse de la misma. Porque no se han planteado que Luchar, matar, bombardear, en nombre de la Democracia sea ilegítimo.

Lo es.
Ninguna vida humana puede ser un medio para conseguir un fin, esa es la máxima kantiana.
Ni tenemos derecho a morir por un ideal. Ni mucho menos tenemos derecho a Matar por un ideal.
Toda vida es sagrada.
La tuya la primera.
Desde mi atalaya te pido, no te dejes matar, no asesines, partes de ti misma, por ninguna idea, por ninguna promesa. Lo único sagrado son las mujeres que habitan en ti. Lo único sagrado es la vida que late en cada uno de los habitantes de Libia, ya sean soldados, civiles o dictadores.
Lo que es Es, lo que No es, No es dice la Diosa.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Derechos, No Privilegios (3)

Es posible que te resulte familiar. Quizá me hayas visto antes. En un sueño, en una película, paseando por la calle en un encuentro inesperado. Quizá me hayas imaginado. O puede que seas como yo. No importa. No estoy aquí porque sea parte de vosotras. Estoy aquí porque soy La Voz del Desierto.
El título de esta conferencia es Derechos, No Privilegios. No quiero que haya malentendidos. Creo que, en este momento, el uso que se hace de la palabra Privilegio en el terreno político es ilegítimo. No se ajusta a derecho. Y sobre todo es deshonesto. Porque los Derechos de las personas que han luchado para obtener garantías para una buena vida, para trabajar por el bien público, para poder disfrutar de una vida digna, ahora se llaman Privilegios. De este modo, al cambiar Derecho por Privilegio, al llamar a un Derecho un Privilegio, es mucho más difícil defenderlo. Es mucho más fácil eliminarlo. Como el derecho a un trabajo fijo, a protección cuando nuestra salud falla, a una buena jubilación. En tiempos como éstos, se llaman Privilegios, y las hienas se apresuran a devorarlos.
En este momento asistimos a una lucha terrible por el control de los recursos energéticos. A una pelea por el poder político y territorial, por la supervivencia en muchos casos. Asistimos también a una pelea encarnizada por el control de nuestras mentes, nuestras emociones, nuestras almas.
Me gustaría deciros que hay una Organización Terribilísima que tiene un terrible plan para convertirnos en borreguitos, pero mi análisis de la situación es aún más devastador. No hay tal plan, no hay tal conspiración, así a lo grande. Lo que hay, me temo, es mucha improvisación.
Nunca antes hemos tenido una situación como esta. Nunca antes hemos tenido que enfrentar estas posibilidades de supervivencia por encima de enfermedades terribles que ahora se cronifican y permiten vivir durante décadas. Este sistema sufre de éxito. Las políticas sanitarias han alargado tanto la vida que ya no son viables económicamente. No hemos sabido hasta ahora lo que era gastar hasta agotar los recursos. No sabíamos nuestras posibilidades de crecimiento. El mundo era un lugar enorme e inexplorado donde sólo nos importaba lo que pasaba en casa de nuestro vecino, como mucho.
Esta situación es nueva. Esta situación admite infinitas posibilidades. Y esta situación puede llevar a soluciones viejas, a soluciones gastadas, porque tendemos a repetir lo que ya conocemos, esperando resultados distintos. La definición de estupidez, me temo. Esta situación actual puede llevarnos al miedo, al terror, a la desesperanza, a la guerra.
No he venido para asustaros. No he venido para aumentar la alarma que prevalece en los medios de comunicación. No es momento para eso. Pero no creo que sea bueno esconder la cabeza bajo el ala y esperar tiempos mejores.
No lo es.
Amigas, compañeras, hermanas mías. He venido hoy aquí para hablaros de vuestros derechos y para gritaros que es vuestra responsabilidad no dejar que nadie os los arrebate.
Tenéis Derecho a un Trabajo Remunerado Digno.
Quizá esto parezca obvio, pero no lo es tanto. En este momento millones de seres humanos, en sociedades supuestamente opulentas, trabajan sin contrato laboral, trabajan durante varios meses para empresarios que con la excusa de la crisis no pagan, trabajan más horas de las estipuladas, sin fines de semana, sin tiempo para sus vidas. En este momento supuestas organizaciones sin ánimo de lucro hacen trabajar a personas pobres por 3 euros la hora, profesionales de la enfermería, administrativos, jóvenes sin perspectivas laborales por enfermedades que no les impiden trabajar pero que les han minado su autoestima. Estos son datos de España. No estoy ahondando en situaciones de desesperación, sino aquellas que por no ser insoportables, pueden confundirse con algo que no está tan mal. Bajo la excusa de que son organizaciones que no buscan dinero, sus dueños se lucran de subvenciones y hacen trabajar a personas que no tienen protección por desempleo, por enfermedad, personas que no trabajan en  estos lugares porque les sobra el tiempo ni el dinero, sino porque son aún más pobres y necesitados que aquellos a quienes supuestamente prestan su tiempo y sus esfuerzos. Licenciados, profesionales, víctimas de un trabajo esclavo bajo la supuesta moralina de hacer el bien por los demás. ¡No te dejes engañar! ¡Reclama tu derecho!
Me dirás que tú, al menos, trabajas. ¿Para quién? ¿No sería mejor que montaras tu propio negocio? ¿O que te quedaras en casa y meditaras profundamente, con calma, en lo que realmente quieres hacer con tu vida? El trabajo remunerado y con perspectivas de futuro no es un privilegio, como os quieren, como nos quieren, hacer creer. Es un Derecho de la Humanidad. No pelearon nuestros padres para derrocar reyes y dictadores para caer ahora víctimas de las leyes del mercado salvaje.
Y esta es tu primera lucha. Porque el dinero no es más que un objeto de intercambio de valor. Y cuando aceptamos, sólo por estar ocupados, que no valoren lo que hacemos, que no nos paguen por nuestro trabajo, que se aprovechen de nuestra debilidad, estamos arruinando lo único que podría sacarnos de este atolladero. El tiempo y la energía necesarios para tomar distancia, estar en calma, descubrir lo único que podrá hacernos evolucionar en esta época de cambios.
Pero esto, que tiene que ver con el dinero, con el respeto a uno mismo, va más allá.
Porque el dinero es sólo una moneda de intercambio. Tanto hago, tanto doy, tanto recibo. Una vez cubierta la necesidad de independencia, la necesidad de valoración económica, que cuando no está llena nos impide hacer otra cosa que desesperarnos, podemos escuchar aún más hondo, aún más profundo. Al lugar de donde viene la voz de nuestra alma. Y es de este espacio infinito de nuestro interior de donde proviene el Derecho Fundamental.
Y aquí viene el segundo Derecho. El más importante. 

Tienes Derecho a Ser lo Que Eres. 

Y por eso,

Tienes Derecho a Descubrirlo, poniendo todos los medios necesarios a tu alcance para alcanzar este conocimiento.

Y hoy por hoy, aquí y ahora, es un momento tan bueno como cualquier otro para iniciar ese camino, para continuarlo, para descubrirlo.

Haz lo que Quieras, será toda la Ley. 

Descubre tu Verdadera Voluntad.

Esto que voy a decir a continuación, resonará en tu alma. Sabes que es verdad:
Eres una Estrella

Me quedaré algún tiempo por Córdoba, hasta que cambie el viento. Podéis encontrarme en la vieja Iglesia de la Magdalena. Os doy las gracias por escucharme. Buenos días.

Imagen propiedad de: http://wersemei.es/?p=1716

martes, 15 de marzo de 2011

Derechos, No Privilegios (2)

Albaida se resiste a la llamada. Una densa nube oscura se ha instalado en su alma. No quiere moverse. No quiere respirar. Tan sólo quiere quedarse donde estaba. Ese sinsentido, que a veces la embarga, de falta de importancia de todo lo que hace, de todo lo que escribe, la deja inánime y sin vida.
Desearía, piensa, desearía escribir algo que fuera realmente significativo... Pero no hay nada, suspira, que pueda llegar a serlo. Por mucho que escriba, por muy importantes que sean sus palabras, serán como humo y espejos frente a su tremenda ambición, una ambición que la devora y le arrebata la alegría de vivir.
Así las cosas, se arrastra por las calles de Córdoba, sin grandes expectativas. Una nueva voz a la que alimentar. Más de lo mismo.

En la plaza del ayuntamiento se ha instalado una tribuna. Ya están allí todas, sentadas en sillas de madera. Sólo Rosa está un poco alejada, apoyada en el borde del pozo, con la mirada perdida en el fondo oscuro.
La recién llegada sube a la tribuna. Lleva un pantalón negro ceñido, de tela elástica y una camisa roja cruzada sobre el pecho y atada con un cinto negro. Su pelo, largo y oscuro, está recogido en la espalda con una trenza. Algunos mechones rebeldes sobresalen por los bordes.
Albaida prepara la grabadora. Al menos lo que sabe hacer, lo hará bien, aunque no sirva de nada. Nada sirve de nada...
Un cálido y húmedo viento se alza desde el este.
Arenal suspira en su asiento de plata. Al fín estás aquí, susurra, bienvenida seas, primavera.

sábado, 12 de marzo de 2011

Derechos, no privilegios. (1)

En Córdoba hay una densa sensación de pena callada. Después de sufrir cómo el agua arrasaba durante  un tiempo sus vidas, las mujeres de Córdoba sienten una serena empatía con las víctimas y los supervivientes de Japón. En una de sus calles colocan una pequeña placa.

In memoriam.
Por todos los que,
víctimas de la fuerza de la naturaleza,
intentan seguir adelante,
con los pedazos rotos.

Pero en Córdoba nada se detiene, y todavía mientras las aguas cubrían la ciudad, una barca surcó los ríos en que se habían convertido sus calles hasta la antigua Iglesia abandonada. Allí, justo en el campanario, se instaló una muchacha, la mujer número 13. La Guerrera. 
Puede que hasta ahora no hubiera pisado la ciudad, pero su eco se escuchaba en cada una de sus habitantes. Era necesaria. Y por eso vino, llamada por los gritos de desesperación de aquellos que sabían que pronto sería tarde. Que era necesario un cambio. 

En cuanto el agua se retiró, aparecieron carteles por toda la ciudad. Decían:

Derechos, 
No Privilegios.
Conferencia el día 13 de Marzo.

Albaida anotó la fecha para acudir a la llamada y escribir una puntual crónica de tan singular evento.




jueves, 10 de marzo de 2011

Algunas mujeres...


Algunas mujeres aman a sus hijos. Algunas mujeres adoran a sus hijos. Y hay mujeres que odian y aman a sus hijos. Esas mujeres son las madres de los niños enfermos. Esas mujeres son capaces de resucitar a un muerto esposo, reconstruir sus pedazos e invocar los poderes de un dios para concebir a ese hijo enfermo. 



 
Esas mujeres van con siete escorpiones recorriendo los caminos en busca de un refugio donde su hijo pueda recuperarse tranquilo. Esas mujeres luchan para romper las barreras arquitectónicas llamando a las puertas de los políticos para que sus hijos minusválidos puedan ir por la calle en su silla de ruedas. Esas mujeres buscan bajo la saliva de Ra el oscuro secreto que consiga sacar a sus hijos de la cárcel física en las que los ha sumido la enfermedad. Esas mujeres pelean por una plaza en una residencia al lado del mar para que su hija menor pueda respirar.
 
Algunas mujeres aman a sus hijos. Algunas mujeres adoran a sus hijos. Y otras, las menos, aman y odian a sus hijos.
Los aman porque son suyos. Nacidos de su vientre. Crecidos bajo su amparo. Los odian porque están enfermos, porque necesitan cuidados, porque siempre demandan su atención y su cariño. Los aman porque son valientes y callados, intentando siempre ser como los demás cuando su boca no es capaz de pronunciar las palabras correctamente, cuando su alma no puede reír porque les falta el aire, cuando su pelo cae por el dolor de la quimio. Los odian porque les recuerdan cada día que pueden morir, que no resistirán otro invierno, que ellas son impotentes para conseguir curarlos.






Algunas mujeres aman a sus hijos y los matarían sólo para acallar su sufrimiento. El de ellas y el de sus hijos.
Y de alguna manera esos hijos odiados, esos hijos amados, son el dios halcón, renovado, renacido, cada día, en cada pueblo de esta ciudad. Y su presencia convierte, con su luz moribunda, en el ciclo de luz más bajo de la creación, a funcionarias, a campesinas, a incultas mujeres, renacidas, en diosas, que son capaces de envenenar al mismo dios Ra para robarle sus secretos y recuperar a su hijo para la vida.








Y así, con cada niño enfermo nace Horus, y con cada madre luchadora surge Isis, renovados en las cenizas de la impotencia.
Alabados seamos, resplandecientes.

martes, 8 de marzo de 2011

Cómo escribir una novela

Lo bueno de un blog es que es un medio inmediato, un lugar donde escribes lo que te parece y alguien, por arte de magia, te lee. Albaida, con los pies aún mojados después de la gran inundación, se esfuerza en su habitación por volver a retomar la pluma y los ordenadores. Es difícil para una escritora como ella, que tantas servidumbres tiene con Noreña o con Fidiana, dar a luz palabras que surgan de la pura poesía del momento, de ideas ficticias que no tengan relación unas con otras.
Albaida tuvo que enfrentar hace algunos meses un reto terrible, escribir ensayos filosóficos en otro idioma. Las dificultades que uno tiene al escribir en el propio idioma se multiplican cuando se manifiestan en otra lengua. Uno piensa que tiene todas las herramientas, pero aquellas que dominabas se demuestran vacías y faltas de reflexión, y las que estaban faltas de todo contenido son absolutamente inservibles. Fue en ese momento cuando Albaida buscó ayuda, en internet claro, y encontró una obra increíble, un libro que la está cambiando. Un libro que va leyendo poco a poco, cada día, avanzando mientras practica. Se llama Writing with Power. Un libro que al parecer ha ayudado a generaciones de americanos a desarrollar una escritura creativa, con las técnicas que su autor, Peter Elbow, desarrolló en sus clases de escritura y en su propia labor.
Noreña se está beneficiando ampliamente de estas técnicas, y Fidiana anhela el día en que sus visiones iluminadas continúen el ascenso hacia la montaña de la unificación, pero Albaida tiene otros planes. Una historia la ha dejado preñada de ideas que desean convertirse en palabras. Y quiere empezar aquí, en esta ciudad, en la Ciudad de Córdoba que habita entre sus lectores. Por eso se acerca al ordenador y elige un nuevo diseño, un diseño de hermosa luz, el telón cerrado de un teatro. Porque estas letras son sólo lo que se desarrolla tras las bambalinas. Pronto, algún día, si Albaida tiene la paciencia y las ganas, sus palabras pasarán por una fase leonina de revisión, y volverán a brillar, ahora sí, con el telón abierto. Pero ahora es sólo el inicio, y Peter Elbow abraza el caos como una forma de creación. Una fase de caos, de escritura sin revisión, de permitirse errores de todo tipo, de dejar que las palabras digan lo que desean decir, aunque parezcan inapropiadas. Otra fase de revisión, cuando ya está todo dicho o pensado, cuando el caos ha llegado tan lejos que Ítaca queda sólo como un recuerdo.
La técnica básica que propone es escribir un párrafo sobre un tema, sin pensar mucho, dejar que sea la propia escritura que te muestre lo que quieres decir. Hablar durante 15 o 20 minutos, el tiempo que te permita escribir de corrido sin detenerte, y luego leer lo escrito, y luego resumir en una frase lo que se ha escrito.
Y empezar de nuevo.
Con la idea que quieres describir con mayor profundidad, con las cosas que han quedado en el tintero. Con algo que no tiene nada que ver con lo anterior.
Y dejar que sea la propia escritura la que te guíe, sin método, sin lugar a dónde ir, abriéndote a un vasto espacio terrible donde todo es posible.
Da miedo, y Albaida ha pasado semanas aterrorizada, mientras se deslizaba tambaleante por las palabras filosóficas de Noreña, intentando hacerse con esa sensación de vertigo en la boca del estómago, que le decía que no siguiera adelante, que todo esto no tenía ningún sentido, que la palabra debe ser ordenada y precisa.
Pero no tiene bastante, quiere hacer algo para sí misma, quiere realizar la tarea de todo escritor, crear mundos donde habitan otros seres que se asoman al nuestro a través de la tinta digital.
Quizá, después de todo, Albaida necesite sentir que todo lo que hace tiene algún sentido, que los mundos que soñaba en cada libro que leyó cuando niña están al alcance de sus bien entrenados dedos.
Porque Albaida, que ha publicado libros infantiles, que ha escrito ensayos y reseñas filosóficas, que ha llevado un blog durante muchos meses, sigue esforzándose por ser aquello que podría llegar a ser, una Buena Escritora.