jueves, 11 de noviembre de 2010

El Puzle

Azahara pasa cada día, cada momento en que no está trabajando o hablando con su familia, estudiando. Cada página que pasa del temario, cada momento que pasa, está lleno de subrayados, conceptos y relaciones entre ellos. Luego hace tests, y se encuentra dudando entre varias opciones. Intentando aplicar respuestas que se parecen cuando sólo hay una correcta.

Por las noches, el temario crece. Páginas que había estudiado cambian su contenido. Algunas crecen a cada rato, y cuando vuelve a sentarse a su mesa hay cosas, temas que ya había estudiado, que tienen largas páginas en blanco, donde nunca ha posado su vista.

Azahara no se desanima. Sabe que no es un temario fácil de domar. A veces lo ve como un puzle inmenso, infinito en realidad. Ha conseguido, a estas alturas, separar las piezas en montoncitos. Las piezas de los bordes del puzle están en su mente en un montón de conocimientos. Las piezas de cada tema se encuentras por colores, el cielo, la hierba, la parte que debe corresponder al vestido. Pero aún no sabe dónde va cada pieza, y cada vez que rellena un test se encuentra mentalmente rellenando cada hueco con varias piezas que podrían ir ahí, pero que podrían no ir.
Necesita más tiempo, sabe que no podrá completar el puzle, pero intentará tener la mayor parte para la fecha del examen.
Mientras tanto en toda Córdoba se escucha música medieval. Rosa la observa atentamente e intenta no interferir, demasiado, en el camino de su pupila. Extraña, práctica, pedestre y celestial Azahara.